Saturday, December 9, 2017

Intercambiando pareceres con Jazz - El cumpleaños (Primera Parte)

Intercambiando pareceres con Jazz - El cumpleaños (Primera Parte) Por Scott Corrales - Jazz. Jazz. ¿Estás despierto? - Mmmmmmmm. - Oye, se acerca tu cumpleaños. - Mmmmmmm. ¿Cumpleaños? No tengo. - ¿Cómo que no tienes? - Deja que me estire un poco..mmmmmm... - Tu cumpleaños es el día en que te adoptamos. - Mmmmmm. Cosa tuya, entonces. - Es el doce de diciembre, todos los años. - De fechas no entiendo poco. - Sí, el doce de diciembre de dos mil nueve. - ¿Ah,sí? Mmmmm. Tengo hambre. - No te acuerdas. - Mmm. No es que no me acuerde. Me han pasado tantas cosas... - ¿A ver? - Viví en la calle por mucho tiempo. La gente me daba de comer a veces, aunque tengo malos recuerdos. Le tengo miedo a las mesas, porque me caían cosas encima. Aunque me gustaba dormir debajo de las mesas, en las sillas, y todavía lo hago cuando no estás. - ¿Te acuerdas de tus hermanos? - No. Eramos muchos, eso sí. Tal vez aún vengan a visitar de vez en cuando. - ¿Cómo te llamabas? - Mmmmmm. A ver, tengo que estirarme otra vez. Nunca te veo estirándote. Mmmmmm... - Je, me vendría bien un masaje. Pero no cambies el tema. ¿Cómo te llamabas? - Me llamaban de todo...kitty, mayormente. Pero una señora me puso nombre. - ¿Te acuerdas?
- Sí, claro. Era la señora que me tuvo por algún tiempo, la que tiene muchos gatos en su casa. Amiga de ustedes. Me puso Jared porque era el nombre de uno que le gustaba en las telenovelas. - ¡Juas! Que no se entere su marido. ¿Y no te quedaste? - No, éramos demasiados. Creo que siete adentro y otros viviendo afuera de la casa. La señora también le daba de comer a los mapaches. Un buen día me llevó al refugio. - Algo muy triste. Bueno, no tan triste para mí, porque de otro modo no te tendría. ¿Algún motivo? - Ya te dije, éramos demasiados. La señora confiaba en que alguien me iba a adoptar. - Pobre. - Mmmm. No te aflijas. Por cierto, tengo hambre. - Ya, pero ¿qué tal te trataron en el refugio? - Bien. Me hice amigo de todos y me llevaban a los asilos a visitar a los envejecientes. A veces jugaba con niños si me lo permitían. Pero mayormente me la pasaba enjaulado. Eramos cinco en la misma jaula alta. Un persa que siempre andaba por lo alto, dos o tres grises y el pobre Leo, que era jovencísimo y muy enfermo. - Leo. Así le llamaban a Merlín. - Sí, aunque creo que no le hacía efecto. Estaba enfermo de gravedad. Lo recogieron en una calle y lo trajeron al refugio. Nadie lo atendía, pensando que le quedaba poco de vida. Pero me hice cargo de él. - Y lo sigues haciendo. Es un gusto verlo. - Recuerdo bien cuando viniste por nosotros. Estabas de espaldas a nuestra jaula y te dije ¡prrp! - Lo haces todas las mañanas, ja,ja. - Los del refugio no me querían dar en adopción porque me tenían mucho apego. Pero sabían que su deber era conseguirme mi 'casa para siempre jamás'. - Tal vez no sepas que no querían darnos a Merlín - a Leo, como se llamaba entonces - por la gravedad de su estado. Pero al ver lo juntos que estaban, pensar en separarlos era desgarrador. - Mmmmmmm. Merlín estaba de lo más alegre. Pensaba que si le tocaba morir, lo haría en una casa en la que le querrían mucho. - Así que...volvemos a lo mismo. No sabes los años que tienes. - No. Eso del tiempo no lo tengo muy claro. - El veterinario me dijo que tenías cinco años, a juzgar por tu aspecto al momento. Así que, ¿cumples trece? - Si tú lo dices. La edad me tiene sin cuidado. Oye, ¿me vas a dar de comer?